Durante esta semana de agosto nos hospedamos en la casa del Movimiento Oasis y el nombre de esta casa en realidad podría ser el mote de toda nuestra experiencia de servicio.
Sentimos que vivimos un Oasis tanto a nivel comunitario, por la facilidad con la que crearon las relaciones, con la que compartimos, nos escuchamos y cuidamos; un Oasis en los voluntariados que hicimos, en los que sencillamente nos dejamos acoger en los hogares de menores de Ermesinde y Rio Tinto y compartimos esos días con los niños y jóvenes que ahí viven y nos divertimos cocinando en la cocina solidaria del proyecto CASA; y un Oasis también a nivel espiritual, porque cuando se toca la realidad tal y como es y se viven experiencias de encuentro tan intensas, es como si Dios se manifestara de una forma mucho más palpable en todos los rostros que nos traemos al terminar esta experiencia.
Después de estos días gritamos aún con más pasión y sentido: “A MarCha é casa, abraço, amar e dar-te um espaço onde crescer!”
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