«Nacer de nuevo»
Estas fueron las palabras que Jesús le dijo a un Nicodemo confuso, fascinado y con ciertos miedos que sintió la necesidad de acercarse a Él. Durante cinco días, algunos de los jóvenes de Horizonte disfrutamos del hogar de Roxos en el que también se manifestaron las dudas, ilusiones y miedos del momento en cada uno de nosotros llegó a la primera semana de agosto.
De la mano de nuestros acompañantes, fuimos nosotros los que – muchos después de haber sido animadores en campamentos – nos «dejamos sorprender» por lo que nos tenían preparado. Personalmente, vivo como una suerte que los Hermanos Nacho y Salva sean ya parte del grupo tras tantos encuentros compartidos, así como que «Mariajo» y Carmiña se hayan unido en esta ocasión con sus respectivos toques personales que dan un aire fresco a la convivencia y las dinámicas.
Ciertamente fueron días de volver a nacer, días de renovar las energías entrando en contacto con el propio cuerpo, descubriéndonos en el silencio y compartiendo el día a día en el ambiente de familia que cada vez es mayor en nuestro grupo.
Creo que muchos estamos de acuerdo en que es precisamente esto último lo que está dando más fuerza a nuestro grupo de tantas generaciones que han terminado unidas. Por encima de las dinámicas, me atrevo a decir que lo más determinante del encuentro ha sido el volver a vernos, seguir conociéndonos (a algunos por primera vez) y disfrutar de lo sencillo que hay en el compartir de cada día.
Si bien no ha sido un encuentro como los que lo han precedido en nuestro proceso, se siente como un buen comienzo en este camino de «volver a casa» que nos plantea Horizonte a este grupo tan diverso pero cada vez más unido.
¡Y qué bueno compartirlo con ellos»!
Andrés Blanco Prendes