El símbolo de la etapa es la concha del peregrino, que sirve para recoger el agua de las fuentes, calmar la propia sed y ayudar a calmar la sed de los demás. Este símbolo nos recuerda la búsqueda de un Agua Viva que pueda saciar nuestra sed profunda de Encuentro. Esta experiencia interior se soporta y enriquece con la presencia de quienes comparten la misma sed y convierte a quienes la viven en fuentes para los demás.

La etapa Fuente pone el foco en el crecimiento personal: los acompañantes adquieren una nueva dimensión, la autonomía a nivel emocional se refuerza intensamente, los tiempos personales y de interiorización se afianzan, la espiritualidad cristiana sigue como referencia auténtica y se proponen experiencias de ayuda desde el voluntariado. Destacan las actividades provinciales como los encuentros de Pascua y las “Experiencias de comunidad y servicio” en las que se refuerzan y profundizan los objetivos de la etapa.