Soñamos que cada joven pueda llegar a Reconocerse hijo de Dios, descubrirse ligado a una realidad que lo trasciende, una realidad que se experimenta como Vida plena, como Fuente, como Amor incondicional. Nos abrimos a la experiencia de Dios vivida y comunicada por Jesús, una experiencia que plenifica y da sentido, que lleva a la gratitud, a la confianza y a la esperanza. Ayudamos a tomar conciencia de la pertenencia a la comunidad cristiana y Marista, teniendo como referentes a María y Champagnat. También cultivamos la importancia de lo simbólico y de celebrar juntos la fe y el camino compartidos.