Algunos de estos elementos dinamizadores pretenden ayudar a ejercitarse en la interiorización y la consciencia. Al comenzar el día o la actividad, dedicamos un tiempo a amanecer a la vida, o sea, a ser conscientes de que estamos vivos, a habitar el presente y a abrazar el tiempo especial que tenemos por delante. Al final de la tarde, siempre hay un tiempo personal, un momento para estar con uno mismo y escuchar el silencio. Cuando se puede, este momento se vive en contacto con la naturaleza. Para terminar el día, dedicamos un tiempo a hacer un repaso de las experiencias de la jornada, a identificar qué queda en nuestro interior y a compartirlo con el grupo.