La presencia. Actuamos desde la presencia Marista, estando al lado de los niños y jóvenes en todo momento. Esto nos ayuda a reconocer su lenguaje y sus demandas, a estar atentos a su crecimiento y a establecer un vínculo de confianza.
El acompañamiento personal y grupal. Ofrecemos al joven una oportunidad de identificar referentes, ser escuchado y acogido y plantearse preguntas que le ayuden a seguir su proceso.
La simbología. Entendemos que los símbolos compartidos favorecen el sentido de pertenencia al movimiento y remiten a una realidad más amplia y profunda.