La metodología de nuestro proyecto educativo se centra en nueve pilares: el grupo, la relectura de experiencias, lo celebrativo, lo lúdico, el silencio, la comunicación, la presencia, el acompañamiento personal y de grupo y la simbología.
El grupo. Instrumento educativo privilegiado que permite hacer experiencias de comunicación, de solidaridad, de confrontación, de amistad, … Se genera un ambiente de familia donde cada uno se siente reconocido como único e irrepetible y puede aportar su propia identidad y cualidades.
La relectura de experiencias. Es la forma de dar sentido a aquello que vivimos, tanto en lo cotidiano como en vivencias extraordinarias, distinguiendo la “vivencia” de la “experiencia”. Con esto, favorecemos la vinculación de lo vivido en el pasado con las decisiones que se han de tomar, tanto en el presente como en el futuro.
Lo celebrativo. Valoramos la importancia de celebrar en comunidad el camino que vamos recorriendo. Nuestras celebraciones parten de experiencias vitales y ayudan a descubrir su significado profundo y a compartirlo con los demás.
Lo lúdico. Favorecemos un ambiente de gratuidad, espontaneidad y sorpresa, a través del juego, el deporte y la diversión. Creemos que esto nos permite reconocer el niño que llevamos dentro y relacionarnos con sencillez desde la alegría interior.
El silencio. Entendemos que es en el silencio donde la persona puede escuchar su interior con serenidad. Ofrecer a los jóvenes estos tiempos favorece que acojan la soledad, reconozcan aquellos ecos que su SER susurra, aprendan a estar solos físicamente y se acostumbren a buscar esos tiempos donde “pararse” y “escucharse”.
La comunicación. Reconocemos que es en el compartir con el otro donde creamos nuestra imagen personal, desarrollamos la autoestima y nos vamos comprendiendo a nosotros mismos, ante los ecos y las experiencias de los demás.
La presencia. Actuamos desde la presencia Marista, estando al lado de los niños y jóvenes en todo momento. Esto nos ayuda a reconocer su lenguaje y sus demandas, a estar atentos a su crecimiento y a establecer un vínculo de confianza.
El acompañamiento personal y grupal. Ofrecemos al joven una oportunidad de identificar referentes, ser escuchado y acogido y plantearse preguntas que le ayuden a seguir su proceso.
La simbología. Entendemos que los símbolos compartidos favorecen el sentido de pertenencia al movimiento y remiten a una realidad más amplia y profunda.