Durante la primera semana de agosto, un grupo de jóvenes de Compostela hemos venido a Nuestra Señora de L’Hermitage (Francia) para cerrar un proceso de nuestra vida. Algunos llevamos desde Primaria, otros desde la Universidad, pero todos hemos compartido los últimos años en este camino como Marcha.
En estos días hemos conocido la casa donde nació, donde recibió los valores y las raíces de Marcelino Champagnat (Rosey). También hemos conocido el Santuario de Nuestra Señora de Fourvière (Lyon) donde se hicieron las promesas y se presentaron las ilusiones de la Sociedad de María, paseado por los senderos donde encontraron la vulnerabilidad (el joven Montagne) y donde encontraron las necesidades de educación y de ser cercanos a la gente de los pueblos (La Valla).Todo ello, además, con la suerte de vivir en L’Hermitage, de escuchar el río Gier y de imaginar la fraternidad de los primeros hermanos. Sin duda, los testimonios de los hermanos han sido inspiradores, pero de lo que nunca nos olvidaremos es de la acogida de la comunidad de los hermanos actuales, y cómo nos han cuidado como lo hace una madre.
Es por eso que doy gracias por haber tenido esta experiencia de venir a donde todo empezó. La historia que todos conocemos y que nos inspira, no es un solo recuerdo, sino que sigue siendo realidad (como dice Kairoi). Es por eso que la experiencia de Jesús y de Champagnat nos hace caminar y nos da fuerzas siempre en la dificultad…
Al ser el fin de una etapa, hemos releído nuestra historia en Marcha y en nuestra vida. En este lugar tan especial hemos conectado con la naturaleza, con nuestras raíces familiares y la espiritualidad marista, con nuestro ser, con el niño interior, con el silencio y con nuestro proceso de Marcha (campamentos, caminos, personas, experiencias).
Testimonio 1
“Tras estos días nos sentimos agradecidas y agradecidos por:
- Habernos dado la capacidad de ver en las personas esa luz y ese niño interior que todos llevamos, todas las personas Maristas que dan luz al resto del mundo.
- La escucha consciente, la ayuda desinteresada, las miradas y abrazos necesarios para pasar pequeños o grandes obstáculos.
- Aprender a quererme y a fomentar la espiritualidad y a vivir la vida con otros ojos.
- Conocer el amor incondicional a través de la experiencia en el otro que me quiere por ser. El amor que se respira en el grupo, descubrir un amor que se da sin esperar nada a cambio. Por re-significar la palabra “Amor”, que tan fácilmente se dice en nuestra sociedad.
- Crear un espacio para compartir la vulnerabilidad y también la alegría de vivir. Dios me salvó a través de MarCha, me hizo más compasivo conmigo y con los demás, me enseñó una nueva forma de vivir como hermano.
- Completar nuestra vocación, aprender a mirar, a escuchar y a desarrollar el sexto sentido (la propia percepción de uno mismo). A saber mantener mi eje y mi lugar en el mundo.
- Los acompañantes del grupo que nos regalan su tiempo e ilusión, porque apuestan por nuestro crecimiento y camino.
- Enseñarnos a sentir la tristeza, la alegría, el fuego y la felicidad que produce sentirme en familia o comunidad.
- Permitirme conocerme y atreverme a hacer cosas que no creía que fuera posible. Por la potencia de grupo para que yo me sienta en calma y alegría en donde antes había una guerra interna
- El grupo y los hermanos maristas, que son faros en mi vida, que me sirven como un cable en la tierra, a volver a mi centro y ancladme al suelo.
- Cada mano que me ayudó a levantarme, los abrazos que dejaron mi corazón calentito, la efusividad de cada encuentro, por enseñarme a llorar con la cara descubierta, por la consciencia, por las fechas amarillas que me guían a llegar a mi Santiago, por los pequeños detalles.
Por todo lo que hemos escrito y lo que queda en nuestro corazón… GRACIAS”
Testimonio 2
“L’Hermitage,
Descansamos en el regazo de una familia, con el corazón grande y los brazos abiertos. Los Hermanos nos reciben con mucha luz y gestos de amor incondicional, como Marcelino soñó.
Los días nos llevan años atrás a redescubrir sus raíces y consolidar las nuestras..
Las raíces, las heridas profundas y las marcas de lutos, los troncos cada vez más robustos, las ramas sensibles de llorar, las copas llenas de fuerza. Un proceso: Horizonte.
Pasa por nosotors el Gier, el agua como el fluir de la vida, el sentir y el entregar sin tener miedo. El silencio y la espiritualidad.
Esta es la naturaleza que nos rodea estos días y la humanidad que se hace presente al compartir, desde una confianza profunda, un abandono a lo que tienede ser.
Seguimos como familia desde y para el amor, siempre.”
Horizonte 2
Hecha un vistazo a las fotos del encuentro aqui.